Hay bodas que se disfrutan a lo grande… y luego están las que te explotan de alegría por dentro. La de David y Silvia fue eso y más: una mezcla perfecta de emoción, fiesta, tradición y cariño del bueno.
Ellos son de Alacón, un pueblito al lado del mío, así que imagina la ilusión que me hizo que contaran conmigo. No solo por la cercanía, sino porque fue como jugar en casa: conocía a un montón de gente y el ambiente era de esos que te hacen sentir parte de la familia desde el minuto uno.
Una boda original y con alma
Desde el principio supe que iba a ser una boda especial. Y no me equivoqué.
Una rondalla de joteros fue a buscar a David a su casa, lo acompañaron tocando y cantando hasta la casa de Silvia y allí le dedicaron unas jotas que emocionaron a todo el mundo. David la recibió con una mirada que lo decía todo. Fue un momentazo lleno de emoción y de amor del bueno, de ese que se nota sin decir una palabra.
Casarse en la plaza de tu pueblo… no tiene precio
Y es que David y Silvia no solo organizaron una boda bonita, organizaron una boda con sentido. Lo celebraron en la plaza de su pueblo, donde han vivido tantas noches de verano, fiestas, partidas, charlas infinitas y momentos épicos.
Allí, donde crecieron y donde nació su historia, se dieron el “sí quiero”. No puede haber un escenario mejor.
Cañeros, divertidos y con un equipazo detrás
David y Silvia son puro buen rollo. Divertidos, cercanos, agradecidos… y con una energía que te arrastra. Pero es que sus amigos, sus familias y sus invitados estaban igual o más locos que ellos. ¡Vaya marcha había! Risas por todos lados, abrazos, bailes sin parar y un ambientazo de esos que no se olvidan.
Fue una boda intensa, alegre, emotiva y cañera de principio a fin. Una auténtica fiesta en mayúsculas.
Y pronto… una postboda que os va a flipar
Y por si fuera poco, la postboda fue otra pasada. Nos lo curramos, nos reímos y sacamos unas fotos brutales que ya estoy deseando compartir. Pero eso… lo dejo para otro capítulo.
Un consejo para los que estáis preparando boda
Si estáis dudando entre un sitio clásico o un lugar que realmente os represente, apostad por lo segundo. Casarse en el pueblo, en la plaza, en el lugar donde habéis crecido… tiene algo que no se puede explicar.
Y si además le sumas momentos personales como una rondalla, una jota, o cualquier detalle con historia, la boda se convierte en algo único.
David & Silvia, gracias de corazón. Por dejarme contar vuestra historia, por tratarme como uno más, por vuestro cariño… y por ser tan cañeros. ¡Os llevo en el corazón para siempre!
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