Nuevamente me encuentro frente al ordenador pensando en que nueva historia de amor elegir para que disfrutéis un rato con sus maravillosas fotografías.
Pues bien, esta vez la boda elegida ha sido la boda de Diego y Lucía, pareja a la que tengo un especial cariño ya que a Lucía la conozco desde hace ya unos cuantos años y de varias sesiones de estudio las que surgió una bonita amistad.
No sabéis la alegría que me dio cuando me llamó Lucía y me dijo que se casaba, que quería que fuese el fotógrafo de su boda.Para mi fue todo un honor ser su fotógrafo y más cuando ya llevamos unas cuantas sesiones a la espalda. Eso quería decir que Lucía estaba muy contenta con el resultado de sus otras sesiones de fotos y eso me alegró.
A Diego lo conocí a través de Lucía, incluso nos habíamos tomado una cerveza juntos una de esas noches que aun se podía salir y la hostelería estaba abierta hasta altas horas de la madrugada.
Me pareció un chico entrañable, alegre y muy majo, una gran pareja para Lucía que, como él tiene un carácter muy alegre, espontáneo y amigable.
Llegó el día de su boda y los nervios, como en todas las bodas justo antes de salir de casa, atenazaban mi estómago. Pero como otras tantas veces, nada más llegar al hotel donde se hospedaba Diego, desaparecieron. Siempre me pasa lo mismo, salgo de casa hecho un manojo de nervios y es llegar a los preparativos del novio y todos esos nervios, tal y como me encuentro montando el equipo para comenzar, desaparecen dejando paso la emoción y a todas las ganas del mundo de marcarme el reportaje de mi vida.
En este caso, Diego, con su espontaneidad hizo que aun antes de ese momento me olvidase de los nervios y empezara a pensar en fotos y fotos y más fotos. Hay que ver cómo influye la actitud de los novios e incluso la tuya misma en el resultado del reportaje.
Su boda fue una boda increíble, una boda en Noviembre, una fecha que la mayoría de las parejas no se llegarían ni a plantear para su boda. Pero ellos si, a ellos no les detuvo nada ante las ganas de formalizar su relación y tirar para adelante ya como marido y mujer.
Tengo que señalar también la aptitud de todos sus invitados, desde sus papas, pasando por la familia, hasta sus amigos. Lo tenían claro, habían venido a arropar a la pareja en un día de los más importantes de sus vidas y se lo iban a dejar claro con su cariño. Así que con todo este cóctel, el cariño y la diversión estaba asegurada, algo que sale reflejado al 100% en su reportaje de boda que nos es más que su pequeña historia de amor contada con pequeños trozos de tiempo congelados por mi ojo para que puedan revivir la felicidad de ese día por el resto de los suyos.
Así que, ahora toca disfrutar de su historia.
Que ustedes lo pasen tremendamente bien.
P.D: Aquí, debajo de estas letras encontrareis el Slideshow de su boda con muchas más fotos de las que habéis podido ver en el carrusel del Post
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